Los microplásticos contaminan el agua que bebemos, los alimentos que comemos, el aire que respiramos… Pero tenemos una alternativa y ya es hora de adoptarlas. El uso abusivo de plásticos es una emergencia a nivel mundial, ya hay masas de plásticos contaminando nuestros océanos. Y solucionarlo pasa por cambios individuales y colectivos.
La problemática del plástico en nuestra era
Science Advances informa de que, desde la década de 1950 hasta la actualidad, se han producido 8.300 millones de toneladas de plástico, de las cuales solo se ha reciclado el 9 %, el 12 % se ha incinerado y el 79 % se ha enviado a vertederos o, lo que es peor, se ha dispersado en el medio ambiente.
Para actualizar estos datos, consideremos que solo en 2018 se vertieron al Mediterráneo 700 toneladas de plástico cada día, una cifra desmesurada que genera un enorme daño medioambiental por sí sola. No hace falta decir que podemos encontrar la presencia de los microplásticos por todas partes, incluso en la cadena alimentaria, hasta el punto de que una persona puede llegar a ingerir hasta 5 gramos por semana, simplemente a través de los alimentos y bebidas, según destaca un estudio de la Universidad de Newcastle («How much microplastics are we ingesting? Estimation of the mass of microplastics ingested», Universidad de Newcastle, mayo de 2019).
Por lo tanto, el problema del plástico, especialmente de los desechables, representa una emergencia a escala mundial que debe abordarse mediante políticas coherentes y compartidas, que reduzcan drásticamente el consumo y la producción de productos desechables. Comenzando por las botellas de plástico, para las cuales ya existe una alternativa desde hace tiempo y que está al alcance de todos: los sistemas de tratamiento de agua en el hogar.
Nuevas directrices de la UE contra los plásticos desechables
Para poner remedio a esta situación, en 2018, la Unión Europea emitió una directiva sobre la calidad del agua para el consumo humano que eleva los parámetros de calidad, introduciendo controles en toda la cadena de tratamiento y distribución del agua, incluyendo el seguimiento de microplásticos y la evaluación de los riesgos. La UE también ha prohibido, desde 2021 la distribución de productos plásticos desechables para los cuales existan alternativas (cubiertos, platos, pajitas, etc.), los plásticos oxodegradables y los envases para alimentos de poliestireno expandido.
Para 2029, de acuerdo con la Directiva Europea, el 90 % de los envases plásticos deberán ser retirados, los materiales que componen las botellas deberán estar formados por R‑PET en un 25 % para 2025 y en un 30 % para 2030 –reduciendo, junto con la producción de residuos, también las emisiones de CO2–, de acuerdo con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
La reducción del plástico y el incentivo al consumo de agua del grifo tendrán efectos positivos en el medio ambiente y la salud, con un ahorro económico estimado en unos 600 millones de euros anuales para todas las familias europeas. La alternativa al agua en botellas de plástico existe desde hace tiempo, es km 0 y no requiere envases, almacenamiento o transporte por carretera. Es fresca, buena, segura y sostenible.