La importancia del tratamiento del agua en la hemodiálisis

El tratamiento del agua en la hemodiálisis sigue un proceso complejo. El agua común utilizada para el consumo humano, no está indicada para el uso de líquido de diálisis, lo que implica que en la elaboración del mismo se incluyan tareas de tratamiento de aguas.

¿Por qué es importante el tratamiento del agua para la hemodiálisis?

Como hemos explicado en el párrafo anterior, el agua que se utiliza para consumo humano, no es útil para la fabricación de líquido de diálisis, siendo necesario purificarla.

La calidad del agua y del liquido de diálisis es imprescindible y su exigencia ha aumentado en los últimos años. De este modo, se hace fundamental contar con un sistema de tratamiento de agua en la unidad de hemodiálisis cumpliendo las normas de calidad del líquido de diálisis.

En un principio, el objetivo era prevenir el síndrome de agua dura y las contaminaciones bacterianas (que tanto tiene que ver el tratamiento de aguas residuales). Posteriormente, el principal problema se refería a los contaminantes más difíciles de eliminar, como el aluminio, cuya intoxicación tiene graves problemas para la salud y entre los que se incluye la encefalopatía y osteomalacia, o bien las cloraminas, que pueden crear epidemias de anemia por hemólisis en estas unidades de tratamiento.

La mayor preocupación en los últimos años ha sido la de las complicaciones que se causan a medio y largo plazo por este tipo de contaminantes y que se asocian con complicaciones agudas.

En la actualidad, se sabe que muchos pacientes se exponen a las endotoxinas, que producen un doble efecto adverso. Por un lado, provocan reacciones a pirógenos y por el otro, son responsables de condicionar una situación inflamatoria crónica que repercute a la larga en diferentes aspectos clínicos.

El agua potable no es estéril y cuenta con diferentes contaminantes que resultan admisibles para el consumo humano. El origen de estos contaminantes puede proceder del sistema de distribución de la propia fuente de origen. En otros casos se añaden por las autoridades sanitarias para mejorar sus cualidades.

Así pues, la composición del agua varía según la localización y según el tipo de tratamiento. Junto a ello, se debe tener en cuenta que la composición del agua es estacional, siendo diferente según la época del año en la que nos encontremos (con diferencias entre periodos de sequía o de lluvias abundantes).

Los contaminantes del agua pueden dividirse en los siguientes grupos: partículas, solutos y microorganismos. A su vez, estos grupos se pueden dividir en subtipos según sus características.

El mismo proceso de tratamiento de agua y su sistema de distribución pueden ser fuente de contaminación. Por ejemplo, las resinas de los descalcificadores y desionizadores o el carbón activado pueden ser fuente de contaminación bacteriana si no se realizan los controles oportunos. También puede resultar contaminante un uso inadecuado de sistemas de conducción de cobre o plomo así como la presencia de restos desinfectantes o desincrustantes, empleados en la esterilización del sistema de tratamiento, que pueden causar intoxicaciones.

Las mejoras técnicas en el tratamiento del agua han permitido conseguir mejores niveles de calidad en lo que a la contaminación por partículas y solutos se refiere. Sin embargo, la contaminación bacteriana y por endotoxinas sigue siendo una situación problemática a la que se sigue intentando hacer frente.

Las bacterias dan lugar a endotoxinas, así como a otras sustancias pirogénicas. Este tipo de sustancias pueden pasar, desde el líquido de diálisis, a la sangre a través del dializador. Esto provoca que se activen las células sanguíneas, produciendo citocinas creando inflamaciones crónicas en el paciente, lo que conlleva en una situación de riesgo para el paciente, que deberá hacer frente a una molestia más en su tratamiento.

Escenario actual y previsiones para el futuro en el tratamiento del agua

El objetivo para el futuro es conseguir que el líquido de diálisis contenga solo agua y sus componentes necesarios, legando a conseguir una pureza similar a la que se exige para las soluciones por vía intravenosa.

Los nefrólogos que son responsables de las unidades de diálisis también son responsables de la calidad del líquido utilizado en las diálisis. Esta calidad se garantiza a través de los aparatos dispuestos para medir este objetivo, como los dializadores y monitores, cuyas marcas fabricantes se responsabilizan de garantizar una armonía de componentes óptima que permita cumplir con la normativa actual.

En el caso del líquido de diálisis, es fabricado en el mismo momento y en la misma unidad de tratamiento, sin que se puedan efectuar controles de calidad antes de su utilización y por supuesto, bajo la responsabilidad tanto del médico como del técnico que se encuentre en ese momento.

Por todas estas razones, la calidad del líquido de diálisis así como el problema de los accesos vasculares, son en la actualidad los problemas principales a los que un nefrólogo se enfrente en una Unidad de Diálisis.

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