A nadie han pasado desapercibidos los desajustes en el tiempo que estamos pasando en los últimos veranos. Ya sabemos que en estas épocas del año es posible que tengamos que atravesar una ola de calor, pero no es de recibo que tan altas temperaturas lleguen cuando apenas está acabando la primavera o arrancando el verano. Conceptos como el calentamiento global o el cambio climático enseguida se nos vienen a la mente cuando vivimos y sufrimos estas importantes subidas de temperatura que marca el termómetro.
El calentamiento global y las altas temperaturas en los últimos veranos son un hecho indiscutible. No es sólo una cuestión de sensaciones, sino que las series históricas de temperaturas que manejan los meteorólogos nos señalan bien claramente que la ola de calor que estamos sufriendo en los últimos veranos no tienen precedentes. Por tanto, deberíamos tomar nota de todo el daño ocasionado al planeta, y tomar cartas en el asunto.
Calentamiento global y ola de calor, una relación muy estrecha
Tal vez te has preguntado qué es una ola de calor en el sentido estricto de la palabra. En ocasiones los medios de comunicación hablan de ola de calor a cualquier episodio de subida de temperaturas por encima de lo que es habitual. Pero hablando con propiedad, en el sentido estricto de la expresión, y según la Agencia Española de la Meteorología, sólo podemos hablar de ola de calor cuando durante tres días seguidos almenos el 10% de las estaciones meteorológicas de una determinada zona registran temperaturas máximas por encima del percentil del 95% de la serie de máximas temperaturas de día que se conocen en el período 1971-2000 entre los meses de julio y agosto.
Si nos remitimos a los datos oficiales, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ya ha advertido de la relación entre el calentamiento global y la ola de calor. De hecho, esta institución internacional ya señaló que el año 2016 resultó ser el más cálido desde que se tiene constancia, es decir, desde el año 1850. Es difícil determinar cuál va a ser la evolución de la temperatura en verano en los próximos años, pero la tendencia es clara.
Las series estadísticas corroboran las olas de calor y el cambio climático
Si miramos al pasado, vemos que después de una ola de calor se sucede otra. Desde 1975 hasta el año 2016 ha habido en España 88 olas de calor en el sentido estricto de la expresión. Las principales olas de calor se registraron en los años 1991, 2003, 2012, 2015 y 2016. Por tanto, vemos que las olas de calor se van acumulando en los últimos ejercicios. Estos datos vinculan claramente las olas de calor con el calentamiento global del planeta.
Hoy en día ya nadie cuestiona el calentamiento global del planeta. La acción del ser humano ha acelerado el cambio que ya se venía registrando. El uso de combustibles fósiles, la actividad industrial, la deforestación, el deshielo de los polos y de los glaciares, etc. son factores que, puestos uno al lado del otro, contribuyen de manera decidida a acelerar este cambio climático, y tienen incidencia en las olas de calor que se suceden en los últimos veranos.
Un problema que exige un cambio de mentalidad
Afortunadamente, la sociedad en su conjunto es cada vez más consciente de la gravedad del problema. Tal vez estamos llegando demasiado tarde, pero aún estamos a tiempo de empezar a combatir el cambio climático para conseguir equilibrar las temperaturas. Tras muchos años en los que únicamente los movimientos ecologistas y parte de la sociedad civil pedía esfuerzos a la administración para que liderara la lucha contra el cambio climático, hoy en día ya se ha logrado que los aspectos medioambientales formen parte de la agenda política.
Por otro lado, la industria cada vez es más consciente de su responsabilidad en el cambio climático y de su participación en las olas de calor. Las emisiones de CO2 están cada vez más controladas y restringidas. Hoy en día las empresas están obligadas a cumplir la legislación medioambiental, y en el futuro ésta será cada vez más estricta y de obligado cumplimiento para no estar expuesto a millonarias sanciones. Los jóvenes actuales, y también las familias, han interiorizado ya desde hace años la necesidad de respetar el planeta para que podamos disfrutar de su riqueza medioambiental durante muchos años.
Hace tiempo se presentaba como un falso dilema la confrontación entre el desarrollo humano y económico frente al calentamiento global y las olas de calor. Hoy en día sabemos que no hay más remedio que conciliar ambos, y buscar nuevas maneras de producir riqueza sin comprometer el medio ambiente. Se ha demostrado que el cambio climático y las olas de calor tienen consecuencias alarmantes como la escasez de agua o la aparición de plagas de insectos o de virus y enfermedades en lugares insólitos. Al final, las próximas generaciones merecen disfrutar de un planeta sano y limpio.