El cromo hexavalente (se presenta muy raramente en el agua potable en su forma trivalente) es cancerígeno, y el agua potable debe analizarse para estar seguros de que no está contaminada con este metal.
La presencia del cromo en las redes de agua potable puede producirse por desechos de industrias que utilizan sales de cromo, en efecto para el control de la corrosión de los equipos, se agregan cromatos a las aguas, de refrigeración.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desde 1958 una concentración máxima de 0,05 mg/litro de cromo (VI) en el agua de consumo. Este valor se ha revisado haciendo nuevos estudios sobre sus efectos en la salud, pero ha permanecido constante.
La mejor manera de reducir el cromo-6 es a través de un sistema de ósmosis inversa. También se conoce que los métodos de destilación y de intercambio aniónico son eficaces.
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