La natación es uno de los deportes más completos que existen. Y no solo porque permite que nos mantengamos en movimiento y ejercitemos casi todos nuestros músculos, si no por los beneficios de la natación para la salud. Con la llegada del buen tiempo, son muchas las personas que se animan y se suman a este deporte. Y en este artículo te explicamos por qué es tan buena idea, y por qué no debería ser solo durante el verano.
El papel de la natación en el buen funcionamiento del cuerpo
Como hemos comentado, uno de los beneficios que más oímos sobre la natación es lo completa que es. Ello se debe a que son necesarios una gran cantidad de grupos musculares para ejercitarla y por eso ayuda a perder peso y tonificar el cuerpo.
Pero más allá de esta razón, nadar también conlleva muchas otras ventajas, como el aumento de la capacidad motriz y de la flexibilidad en nuestro cuerpo. Y es que la natación implica el movimiento de diversas partes del cuerpo a la vez, por lo que se mejora la coordinación entre nuestras extremidades y favorece a generar una mayor resistencia pulmonar.
Nadar es además un deporte que interfiere también en la salud mental. De hecho, reduce el estrés, mejora la memoria y afirman que puede prevenir el envejecimiento prematuro. Gracias a los ejercicios de respiración que se practican inconscientemente al realizar este ejercicio, el cerebro se oxigena mejor, mejorando la memoria y aportando un mejor estado de ánimo a nuestro cuerpo.
Los beneficios para la salud en otros deportes de agua
La natación no es el único deporte de agua que conlleva múltiples beneficios para el organismo. Otro buen ejemplo es el Aquagym, una práctica cada vez más extendida en la mayoría de los gimnasios de nuestro país.
El Aquagym o gimnasia acuática es una variante del aeróbic pero practicada en el agua. Sin embargo, es un deporte muy indicado en personas propensas a lesiones, personas mayores o mujeres embarazadas, ya que el peso del cuerpo disminuye notablemente en el agua y por lo tanto también disminuye el riesgo de desgaste o lesión.
Así pues, es un deporte apto para todo tipo de público, que ayuda a quemar calorías sin un impacto muy grande en nuestro cuerpo. Además, ayuda en la flexibilidad del cuerpo y en la mejora del estado del ánimo, también debido a los ejercicios de respiración que deben realizarse.
Por otra parte, es capaz de reducir la celulitis, ya que los movimientos en el agua actúan de una forma mucho más notable en la piel, disminuyendo también la retención de líquidos. Todo ello sin olvidar que es un deporte divertido, que siempre suele ir acompañado de música y que es perfecto para refrescarse en grupo durante el verano.
El estado del agua para el cuidado de la piel
En verano, y especialmente si practicamos este tipo de deportes en piscinas, no hay que olvidar cuidar de nuestra piel. Y es que el tipo de agua, o mejor dicho, la calidad del agua en la que nos bañamos, interfiere en el estado de la dermis.
La dureza del agua puede causar rojeces, picores y daños en el cuero cabelludo, sobre todo en bebés o personas con pieles sensibles, ya que la necesidad de agua en cada tipo de piel varia. Así pues, antes de bañarnos es mejor comprobar la pureza del agua en la que estamos, si tiene exceso de cal o por el contrario es un agua blanda. Según la calidad, existen distintos tratamientos del agua como los equipos descalcificadores, que son una buena forma de eliminar ese exceso de dureza y de cal.
Por otra parte, escoger jabones y champús adecuados es otra buena manera de cuidar la dermis. Es importante que los jabones que compremos sean respetuosos con el pH de nuestra piel. En estos casos, lo mejor es conocer a fondo el estado de nuestra piel y que sea un experto quien nos aconseje qué productos son los idóneos.
El momento de la ducha o del baño es también muy importante. La temperatura debe oscilar entre los 25 y 30 grados y de unos cinco minutos de duración. Esta es la temperatura idónea para hidratar la piel y mejorar la circulación. En el último minuto, también ayuda a ducharse con un agua más fresca, por debajo de los 24 grados, para mejorar el flujo de la sangre y cerrar los poros que se han abierto durante la ducha con agua tibia.